Propiedades de los tejidos de invierno
Seda: No daña las pieles sensibles, secas o irritables, beneficia a aquellas personas que sufren de eczemas o son alérgicas a los tejidos sintéticos. Es muy resistente a los ácaros y bacterias de forma natural, no produce olores, ni absorbe polvo. Transpiran de forma natural, absorbe y transfiere el exceso de calor y humedad y por tanto aporta confort.
La composición de los hilos de seda permite expulsar la humedad al exterior por lo que evita generar moho y malos olores. La seda es un regulador natural de la temperatura. Cuando hace frío, debido al aire que hay entre los hilos de seda el calor se mantiene dentro, por lo que tiene efecto aislante. No desprende partículas y sustancias que pueda afectar a las vías respiratorias. Por sus componentes naturales proporciona una agradable sensación de suavidad y ternura lo que produce un efecto relajante para el sistema nervioso. Su trama no se deforma ni hace bultos, es fuerte, resistente y elástica por naturaleza.
Lana: Es aislante debido a que absorbe humedad, las prendas dan mayor confort en climas fríos y en climas cálidos. Su estructura física, el rizo y las escamas ayudan a atrapar el aire y, de esa manera, formar una capa aislante. En climas calurosos, la lana absorbe la transpiración del cuerpo y la libera al exterior, manteniendo de esa manera la piel libre de transpiración. Repele el agua: La lana puede absorber humedad, pero repele el agua. Resiste el fuego, se prende pero la llama se extingue, así que es naturalmente segura. Tiene una elasticidad natural, más que cualquier otra fibra. Su estructura química asegura que si la torneamos o la estiramos vuelve a su posición original esta propiedad nos asegura mayor durabilidad y resistencia. No se arruga, recupera rápidamente su estado original, estas propiedades naturales ayudan a que las prendas y otros productos confeccionados con lana duren mucho tiempo. Resiste la estática incluso tiende a reducirla. Resiste a la suciedad: Al absorber la humedad y reducir la estática, rechaza el polvo del aire. Es fácil de coser, se corta sin dificultad, no se desfleca, tiene una caída natural, no se arruga con facilidad, responde fácilmente al planchado. Se afieltra: La capa externa de la fibra consiste en diminutas escamas que contribuyen a la propiedad de afieltramiento de la lana. La agitación, la fricción y la presión, junto con el calor y la humedad, causan el entrelazado de los bordes de las fibras y eso impide que la fibra vuelva a su posición original, aunque este encogimiento es irreversible.
Algodón: Tiene alta capacidad de absorber la humedad. Cuando se hincha, la fibra aumenta aproximadamente un 40% en volumen. A diferencia de otros tejidos, cuando el algodón se moja, su resistencia aumenta (aproximadamente un 15%). Es comparable en resistencia a la seda (si comparamos la carga de rotura de las fibras naturales), inferior en resistencia al lino, pero supera la lana. Tiene buenas características de protección térmica debido a la estructura hueca de la fibra. Es capaz de «recuperar» la forma después del calentamiento (se puede planchar), por lo que se puede agregar algodón a las telas de vestuario hechas de fibras sintéticas para mejorar las propiedades. Es sensible a la actividad de los microorganismos (se pudre).
"No hay mal tiempo, sino ropa inadecuada". Así, cuando las temperaturas bajan existe un protocolo a la hora de vestirse, se trata de un sistema de capas y la clave está en la primera, en la que va pegada al cuerpo: Ha de ser de lana. Sobre la ropa interior más íntima hay que ponerse un conjunto de ropa interior de lana compuesto de camiseta y calzas. Éste permite que la piel transpire y la aísla del frío porque absorbe la humedad -hasta un 18% sin que la prenda resulte mojada-, secándose rápidamente, y retiene su capacidad térmica.
Se desaconseja rotundamente el algodón porque éste aísla muy poco en situaciones de humedad ya que convierte el sudor (típico al ir muy abrigado) en frío. Existen tejidos térmicos sintéticos desarrollados con tecnología, que aunque cumplen su función tienen una desventaja frente a la lana ésta huele menos.
Existen varios tipos de lanas, lana merina, alpaca, el cashemere es ligero pero más fuerte que la lana de oveja por lo que su aislamiento es aún más eficaz. Precisamente por ser tan liviana y por aislar tan bien del frío en los últimos años la industria deportiva la ha incorporado a sus prendas. Las lanas suelen mezclarse con otras fibras lo cual concede a las prendas mayor durabilidad y precios más económicos, pero a cambio se pierden las propiedades beneficiosas. Se estima que si la lana se mezcla con un 20% de otros materiales (poliéster, algodón, incluso seda) la prenda pierde capacidad de absorción de humedad y calientan menos.
La siguiente capa tiene como función aislar pero también debe mantener la humedad fuera del cuerpo. Así se recomienda llevar otra prenda de lana tipo jersey o bien un forro polar. Este tejido sintético creado en 1979 en Estados Unidos por la marca PolarFleence, que acabó dando el nombre al material, como alternativa a la lana tiene la ventaja de la comodidad, ya que pesa menos.
La tercera y última capa tiene que ser corta viento -e impermeable es también una gran ventaja- además de permitir que se libere el exceso de calor y la humedad del cuerpo. En este sentido la prenda más adecuada es un anorak. El término, de origen groenlandés, se remonta a las prendas que usaban los inuits en el Ártico para protegerse del frío y la lluvia. En las últimas décadas se ha avanzado enormemente en sus beneficios con investigación y tecnología.
Con cabeza: Tan importante como la primera capa, es cubrir la cabeza, manos y pies. Tradicionalmente se ha pensado que hasta el 50% de calor corporal se perdía por la cabeza. Esta creencia fue desmontada científicamente en el 'British Medical Journa'l: se pierde un 10%. No obstante, es fundamental ponerse un gorro de lana ya que las partes del cuerpo que más calor pierden son aquellas que se encuentran al descubierto. En este sentido no pueden faltar los calcetines de lana, así como guantes, abrigan más las manoplas, ya que los dedos se calientan entre ellos.
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